Pasión por las rosas, novelas, ONG's, Famosos, Viajes, Pinturas, Conciertos,
Continuamos en Perú. A través de María, la persona responsable de Lliçá Peruanitos, conozco a Sarita Aguirre.
Esta maravillosa persona tocada por Dios, se pasa la vida viajando de un lugar a otro por las montañas, carreteras y campos del hermoso Perú para poder entregar alimentos, ropa y medicamentos si son necesarios para las personas desprotegidas que viven en rincones en ocasiones inaccesibles.
No recuerdo si fue Sarita quien me contactó o fui yo quien lo hizo con ella, el caso es que rápidamente vi que era una oportunidad única para poder aportar mi granito de arena.
Sara me habló de los proyectos que tenía la ONG. No daba crédito, con cada cosa que me comentaba de un nuevo proyecto, más me apetecía colaborar en alguno de ellos, pero ¿Cómo?.
Sarita y yo estuvimos hablando unos días sobre la posibilidad de ayudar apadrinando parte de la construcción de la casita.
Esa fue mi intención, apadrinar una parte y dejar que otras personas que también lleven la solidaridad por bandera, ayudaran con el resto. Pero como ella misma me dijo, eso sería un proceso lento y de momento, estaban dando el almuerzo a las personas en la calle en un invierno frío.
En esta fotogrfía podemos ver la crudeza del momento, en el fondo unas casas que nos hace ver en la precariedad que viven estas personas.
En primer plano está una señora con un plato de comida que está comiendo en un descampado, sin nada que la cubra del frío y de las posibles lluvias y a su lado, la perenne sonrisa de Sarita, el mejor alimento para el alma de todas estas personas y la que me atrapó dado que ella la lleva siempre puesta por muy dura que sea la situación. Ello me animó a intentar apadrinar todo el proyecto de la casita.
Hubo un trato con Sara, yo enviaba dinero y ella me iba enseñando los progresos.
Aunque la ONG con la que ella está merece todo el respeto, uno nunca debe fiarse de envíar dinero alegremente sin ver los resultados.
Las primeras fotos mostraban a una Sarita sonriente como siempre y una cantidad enorme de maderas que harían de suelo y estructura.
Todo iba bien¡¡
Una vez las maderas estuvieron en el lugar adecuado.... comenzaron a montar la casita.
Que ilusión ver como iba creciendo.
Como podeis ver en las fotografías , no se paró de trabajar hasta acabar La Misión.
Durante la noche y en pleno día, se montaron las paredes, el techo, el porche.... Finalmente en menos tiempo del que yo creía, se acabó.
Estaban maravillosamente emocionados y felices, no menos que yo¡¡¡
La unión de alguien que cree en el altruismo como principio de vida y el trabajo ardúo de la ONG, creamos en poco tiempo un lugar, un hogar, una casita donde poder estar al resguardo del frío las personas más vulnerables del mundo.
Por fin, un domingo se celebró la inaguración del local o como a mi me gusta llamarla la casita Pasión por las rosas.
Fiesta, baile, risas y amor.
Ojalá nunca hubiese un solo niño o un anciano que deba comer y vivir sin un techo.